Brasil: ¿sigue Dilma o llegan opositores más de centro?

No hay derecha, los candidatos son de centro o centro izquierda. Rousseff (PT) tiene enfrente a Marina Silva (PSB) y Aécio Neves (PSDB). Se vota el domingo.

Por Canal26

Jueves 2 de Octubre de 2014 - 00:00

Según el ángulo de observación de los perfiles de los candidatos a presidente en Brasil, se puede percibir algunos puntos de coincidencias y muchos puntos de diferencias. Se sabe que entre los grandes partidos políticos no hay un posicionamiento claro de “derecha”, ya que los principales partidos se colocan como centro o centro izquierda.

El Partido de los Trabajadores, de la presidenta Dilma Rousseff, es uno de los partidos que se coloca como izquierda a pesar de que no sigue las directrices tradicionales de la izquierda. El partido social demócrata de Aécio Neves busca inspiración en la social democracia europea y el partido socialista de Marina Silva guarda muy poca relación con el socialismo. ¿Por qué? Porque en Brasil, afirmar que se pertenece a la centro izquierda o a la izquierda merece una aceptación mayor de la sociedad.

Pero ¿dónde se presentan las mayores diferencias entre los tres candidatos? Principalmente en el campo económico, que es exactamente donde los formadores de opinión se dividen en relación al apoyo a cada uno de ellos.

Sobre Dilma, se sabe que mantendrá las líneas de la política económica basada en el estímulo al crédito a través de los bancos públicos. Buscará mantener bajo control el gasto público, con la intervención de los precios regulados, con el objetivo de mantener la inflación baja (gasolina, por ejemplo) y, finalmente, con un régimen de metas de inflación más enfocado en el techo que en el centro.

El área más criticada de su gestión es la de salud, donde ahora promete ampliar el polémico programa “Mas Médicos”, con miles de médicos cubanos que viajan para atender en las áreas más remotas del país.

Otra área que recibe críticas es la de seguridad pública, donde Dilma garantiza integrar a las policías civil, militar y federal, así como a las Fuerzas Nacionales de Seguridad, con la coordinación de centros de inteligencia donde se cruzarían la información. Según los especialistas, es una de las propuestas de mayor aceptación, pero de mayor dificultad en la implementación.

Infraestructura tampoco alcanzó la expectativa esperada. En esta etapa, la Presidenta defiende el aumento del financiamiento público para obras de infraestructura. También lo ve como un mecanismo para impulsar el crecimiento económico. Propone disminuir la burocracia para abaratar el costo de los proyectos y afirma que ampliará la participación pública/privada en estos proyectos y que estimulará el crédito privado a largo plazo para proyectos de infraestructura.

Por último, la universalización del acceso a Internet por medio de la ampliación de la red de fibra óptica es otro punto defendido por la Presidenta.

En cuanto a Marina Silva, su política económica difiere en algunos puntos en relación a Dilma. Ella defiende una autonomía formal del Banco Central, que protegería al Banco Central de las interferencias del Poder Ejecutivo. El estímulo al crédito sería mantenido, pero Marina buscaría ampliar la red de acceso al crédito por medio de los bancos privados para balancear con los bancos públicos. El gasto público sería más rígidamente controlado y no habría intervención en los precios regulados, como la gasolina.

Marina mantendría los programas sociales de Dilma y adoptaría una renovación en la gestión de Petrobras, empresa en el centro de acusaciones de corrupción en los últimos meses.

En el área de infraestructura, la candidata afirma que invertirá en ferrocarriles e hidrovías que combinen energías renovables. También impulsa una política de baja emisión de carbono, fijando objetivos para los próximos años. El concepto de desarrollo sustentable será aplicado en los grandes proyectos de infraestructura.

En seguridad pública, reforzaría el control de las fronteras y adoptaría medidas mucho más fuertes contra el contrabando de armas y drogas. Ella fortalecería los sistemas de Inteligencia de Brasil para concentrarse en la contra inteligencia en el campo interno y la inteligencia en el campo externo.

En salud pública, Marina ampliaría el gasto destinado como porcentaje del PBI para fortalecer el, malo, sistema de salud pública.

Por último, Aécio Neves guarda muchas similitudes en el campo económico con la candidata Silva. Muchos de los economistas que ahora asesoran a Marina eran próximos o integraron los gobiernos del PSDB, el partido de Aécio. El adoptaría una rígida política económica, buscando desburocratizar y estimular la productividad de los sectores industriales brasileños. El control de la inflación sería casi una obsesión, y buscaría llevarla a los niveles más bajos de la meta de 6,5%. Su equipo económico trabajaría con un número de meta de 4% de inflación anual.

Neves mantendría varios programas de Dilma, incluidos los programas sociales y otros como Ciencia sin Fronteras, donde aproximadamente 100 mil estudiantes están siendo enviados al exterior en los próximos dos años para estudiar en universidades de punta y regresar a Brasil después de los estudios.

Todo el programa es costeado por el gobierno brasileño, incluido fondos para cada estudiantes. Por otra parte, Aécio crearía el programa brasileño de formación tecnológica, con énfasis en la atención a la ciencia y la tecnología.

En el campo externo, Dilma mantendría su lógica de hacer hincapié en la aproximación y consolidación regional, la estabilización de la posición de Brasil como líder regional (de acuerdo con las directrices de su partido) y luego la búsqueda de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU .

Marina buscaría unos vínculos comerciales más pragmáticos y fuertes, y en línea con las áreas de sostenibilidad y los derechos humanos.

Aécio Neves, por su lado, abandonaría las relaciones que Lula y Dilma construyeron con Cuba y Venezuela, asumiría una posición más antagónica frente a esos gobiernos e impulsaría fuertemente el comercio exterior.