Cómo la matemática del supermartes pueden ayudar a Donald Trump

El millonario es el principal señalado para quedarse con la candidatura republicana. Conocé por qué se vería beneficiado.

Por Canal26

Martes 1 de Marzo de 2016 - 00:00

La carrera republicana de este año está desafiando precedentes. Su candidato más fuerte es un millonario que presume de serlo, tiene un discurso abiertamente racista y en casi todos los asuntos que no son inmigración está a la izquierda de su partido.

Ningún político que haya ganado tres de las cuatro primeras votaciones se ha quedado sin la candidatura republicana. Tampoco lo ha hecho alguien que no hubiera recibido ningún apoyo de congresistas, senadores o gobernadores.

La carrera puede ser larga, pero Donald Trump sigue acumulando delegados hacia la meta necesaria para ser el elegido: 1.237 (la mitad más uno).

En el principio de la carrera el reparto de delegados se hace mayoritariamente de manera proporcional.

El cambio de reglas del partido tras las elecciones de 2012 para que no se alargara la competición y no se dañara la imagen de los candidatos hace que a partir de ahora haya menos votaciones con reparto estrictamente proporcional. Los tipos de primarias y caucus están reflejados en esta tabla de Real Clear Politics.

El reparto sigue siendo proporcional, pero en la mayoría de los estados hay un umbral del 20%, como en Texas, Georgia y Tennessee, los estados que más delegados reparten ese día, 289 entre los tres. Quien no llegue a ese 20% del apoyo no logrará ningún delegado.

En Texas, en el caso de que un candidato llegara al 50 de los votos se quedaría con todos los 155 delegados, tal vez la última oportunidad de Ted Cruz de mostrar su fuerza.

El profesor Larry Sabato detalla en este post de su newsletter el reparto de los 14 estados que votan el 1 de marzo.

Es posible que Trump siga quedando por delante de sus rivales, pero en el supermartes la clave para los candidatos que no son él es resistir por encima de los umbrales para rascar delegados.

Al final de ese día se habrán repartido el 30% del total de los delegados para la convención republicana, como se ve en el recuento que hace la web The Green Papers.

Para el 15 de marzo se habrán repartido casi el 60% de los delegados y a partir de esa fecha se multiplican los estados donde el ganador en votos, aunque sea por poco, se queda con todos los delegados, con grandes “premios” como los 95 delegados de Nueva York (19 de abril) y los 172 de California (7 de junio).

En una competición a tres, puede conseguir la candidatura republicana con menos del 40% de los votos, según calculaba The Upshot del New York Times.

Rubio, la alternativa más probable a Trump, si la hay, tiene opciones de aguantar hasta el final de la carrera sólo si llega más fuerte al 15 de marzo, el día de Florida, Ohio, Illinois, Carolina del Norte, Misuri, las islas Vírgenes y las Marianas. Menos en Carolina del Norte, en estos estados y territorios todos los delegados se los queda el ganador del mayor número de votos. Éste puede ser el gran punto de inflexión.

Para Rubio, Florida y sus 99 delegados son clave. Si los pierde, será el fin de su carrera presidencial. Si los gana, en abril luchará estados más favorables, pero también donde el resultado es más rotundo: el vencedor se lo queda todo en estados grandes como Nueva York, Arizona, Pensilvania o Wisconsin.

Así, el 26 de abril estarán repartidos el 80% de delegados. Éste debería sería el día definitivo si la carrera ha sobrevivido más allá del 15 de marzo.

Por contestar a la pregunta que titula esta pieza: se puede frenar a Trump el 15 de marzo; se puede ganar a Trump el 26 de abril.

Entre los estados que quedan por votar el último premio, si se llegara a tal extremo, es California.

Sus 172 delegados se los quedará el que quede primero en la votación del 7 de junio, el último día de las primarias republicanas de 2016.

Pero si seguimos pendientes de la carrera ese día será porque se acerca una convención abierta. Algo que no sucede entre los republicanos desde agosto de 1976, cuando Gerald Ford no logró los delegados suficientes para derrotar a Ronald Reagan hasta la convención de Kansas City.