El hombre estuvo atrincherado más de una hora y media en un kiosco. Amenazó con un cuchillo a la joven que atendía el comercio. Tenía antecedentes.
Por Canal26
Martes 15 de Marzo de 2016 - 00:00
Un joven mendocino que había viajado el fin de semana a Tandil para asistir al recital del Indio Solari se quedó sin plata para volver, asaltó un kiosco y tomó como rehén a la empleada del comercio.
Con la mediación de la policía, José Alberto González, –en estado de completa irascibilidad- se entregó, luego de intentar robar el comercio y tomar como rehén a la empleada, a quien amenazó con un cuchillo.
El hecho ocurrió a las 21,30 de ayer, cuando un vecino que fue testigo de lo que estaba pasando dio alerta al 101. Lejos de amedrentarse, con la llegada de la policía González tomó del cuello a su víctima, dando comienzo a un episodio de máxima tensión.
El jefe de la Departamental, Eduardo Quintela, vestido de civil obró como mediador, llegando a llamar a la madre de González para que éste depusiera su actitud. El lugar se vio rodeado de móviles de la comisaría Primera, Policía Local, GAD y una ambulancia del Hospital Ramón Santamarina.
El delincuente pidió que los medios de prensa se hiciera presentes a la vez que solicitó garantías con la presencia de un fiscal. Hasta allí fueron entonces doctor Damián Boren y el ayudante Alejandro Dalfonso.
Se vivieron incluso momentos de extrema tensión cuando González, fuera de sí, atacó a golpes el machimbre del local mientras Quintela le reiteraba el pedido para que se entregue garantizándole el cumplimiento de todos sus derechos.
Atrincherado en el fondo del negocio, González pidió a la policía que se comunicara con su madre en Mendoza. Cuando le pasaron el teléfono, el hombre contó a su madre que no lo habían dejado salir de Tandil en los muchos colectivos que hace horas habían partido.
Finalmente, Quintela logró que ante un escenario sin salida el hombre se entregara a la policía, luego de 1 hora y media en que tuvo en vilo a todo el barrio, pero sobre todo a la joven Firpo que vivió una experiencia literalmente de terror.
Todo terminó cuando González entregó su arma, dejó salir a la joven entre los vidrios rotos del negocio y se entregó con las manos en alto. El hombre fue duramente increpado por los vecinos, incluso se escucharon algunas voces que le hicieron saber lo que pensaban: "Vos no sos un ricotero, sos un chorro", le gritaron mientras se lo llevaban en un patrullero.
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