Nombres extraños para bebés modernos

Las raras elecciones de los padres, una tendencia que crece a lo largo del país. Se basan en personajes famosos, bíblicos, de ficción o de videojuegos.

Por Canal26

Martes 10 de Febrero de 2009 - 00:00


Nombres como Hussein, Kapixa y Nayat son los más requeridos por los padres en Argentina. También Gigliolia y Sardius.

Desde que se flexibilizó hace varios años la ley del nombre (la 18.248), cada vez son más los padres que eligen denominaciones estrafalarias, otras derivadas de lenguas aborígenes -especialmente mapuches y quechuas-, nombres de origen árabe y palabras castellanizadas.

En los registros civiles admiten que se viven situaciones insólitas. "Hace dos años un hombre quería ponerle a su hijo Maradona. Como nació mujer le puso Mara Dona. Lo tuvimos que aceptar", contó Susana Costa, directora técnica del Registro de las Personas de la provincia de Buenos Aires, según una nota publicada en un matutino.

Este es un ejemplo y es sólo el principio de una larga lista de nombres estrafalarios. Hay argentinos que se llaman Auxilio, Oyendo, Drogón, Jazz y Psyque.

El año pasado fueron aceptados en el Registro Civil porteño otras denominaciones menos bizarras, pero que no dejan de ser extrañas como: Mairena, Mao, Garo e Ishai. En total, 12 nuevos nombres se han incorporado a la lista.

La ley de nombres tiene ciertos límites. Por ejemplo no se pueden usar nombres que sean ridículos, contrarios a nuestras costumbres, que expresen o signifiquen tendencias políticas, o que susciten equívocos respecto del sexo de la persona.

Tampoco se pueden inscribir los nombres extranjeros, salvo los castellanizados por el uso o cuando se trata de los nombres de los padres del inscripto.

"Cuando un nombre es fonéticamente raro y no indica sexo, les pedimos a los padres que traigan una certificación de la Academia Argentina de Letras o de la embajada del país de origen para verificar que existe", explicó Alejandro Lanús, director general del Registro Civil porteño.

Por su parte en la Academia Argentina de Letras comentaron que los pedidos para averiguar los antecedentes de los nombres aumentan año tras año.

"En 2008 tuvimos casi 700 expedientes de todo el país e ingresaron más que en 2007", sostuvo Emilia Ghelfi, investigadora del departamento de investigaciones lingüísticas y filológicas.

El nombre masculino más consultado en la academia, en 2008, fue Diogo, y el femenino, Uma, "que está aceptado en la ciudad de Buenos Aires, pero que no está incluido en las listas de otros registros del país", explicó Ghelfi.

Además, según la especialista, hay mucha demanda de nombres indígenas, especialmente mapuches (se pidió por Aucán), y de origen árabe o judío. "La gente quiere llamar a sus hijos como algunos personajes desconocidos de la Biblia. El año pasado consultaron por Coré."

"Otros padres nos cuentan que soñaron con un nombre inventado y nos piden que lo busquemos. En ese caso, vemos si se lo puede vincular con un nombre ya existente", contó la investigadora.

La fuente de inspiración de los argentinos es amplia. Abundan los nombres de hijos famosos (como Suri, la hija de Tom Cruise), nombres de cantantes (el más pedido en la academia, en 2008, fue Rihanna), de personajes de telenovelas extranjeras (Diogo es el hermano mellizo del protagonista de El Clon), de héroes de videojuegos y de futbolistas.

Guiomar y Servanda tienen 46 años y son amigas desde los siete. Portar nombres raros fue una experiencia diferente para cada una. "De chica, era tímida y me daba vergüenza decir mi nombre. En cambio a Guiomar nunca le importó. La llamaban «Omar, Omar» y ella se mataba de risa", contó Servanda De Hagen.

Hay otras personas a las que realmente les pesa el nombre que han recibido. Ese es el caso de Herodes Eneas Peloso, un rosarino de 36 años que hace dos años envió una carta al diario La Capital para contar su experiencia. En ella relataba que sus hermanos también tenían denominaciones extrañas; uno se llama Nicodemo Melquíades y la otra, Ligia Salomé.

Herodes mencionó que de chico su nombre le trajo problemas. "Mis compañeros de escuela me molestaban continuamente y cuando me confirmé el cura me preguntó mi nombre tres veces, porque no me creía", confesó.

"Me permito dar una recomendación a todos los padres que desean colocar un nombre raro a sus hijos: que lo piensen bien antes, ya que serán sus hijos los que tendrán que lidiar con esos nombres por el resto de sus vidas", concluyó Herodes en la carta que publicó. (Télam)