Estados Unidos cree que puede fracasar la cumbre

Están preocupados por la protestas callejeras y no les convence la agenda de cancillería

Por Canal26

Lunes 18 de Julio de 2005 - 00:00

La IV Cumbre de las Américas, que se desarrollará en Mar del Plata en noviembre, tiene muy preocupado al gobierno de Estados Unidos, y temen que sea una nueva frustración en lo político, con protestas en las calles y reuniones en las que no se acuerden estrategias concretas para erradicar la pobreza de la región y promover el desarrollo social.

El subsecretario del Departamento de Estado para América Latina, Roger Noriega, y el embajador ante la OEA, John Maisto, objetan además el programa tentativo para la reunión que impulsa la cancillería argentina, aunque reconocen que se enfocó en un temario acotado y concreto de prioridades, confiaron las fuentes.

El operativo de seguridad de la cumbre, en especial la custodia del presidente George W. Bush, en cambio, no es hoy una prioridad "caliente" para los Estados Unidos, aunque los argentinos descuentan que lo será a medida que se acorten los plazos (de lo que se informa por separado).

En la agenda de trabajo, que esta semana debatirán los cancilleres del Grupo de Río, en Pilar, y se volverá a debatir el 7 y 8 de septiembre, en Buenos Aires, la cancillería argentina aspira a concentrar el plan de acción en apenas dos ejes, reseñados en el lema de la cumbre: "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática".

Pero un debate ideológico profundo se abrió alrededor de ese slogan, que dividió al continente en varios bloques, confiaron a LA NACION diplomáticos de tres países que participan en el Grupo de Revisión de la Implementación de Cumbres (GRIC), que en los últimos días se reunió en esta capital para debatir el temario de la cumbre.

El debate en la sede de la OEA llegó por momentos a niveles ásperos, como cuando Maisto afirmó que si las reformas de los 90 fracasaron en ciertos países, fue porque sus gobiernos fueron corruptos, no porque las medidas fueran erróneas.

La réplica del embajador argentino ante la OEA, Rodolfo Gil, llegó de inmediato. La Casa Blanca quiere que los países de América latina prioricen la lucha contra la corrupción y garanticen el principio de la libre empresa. Eso, afirma, generará más crecimiento y la riqueza se derramará entre los pobres, que así saldrán adelante.

Pero sólo Canadá apoya esa visión. Chile es un aliado con matices, cuando no crítico. La Argentina y otros países toman esa visión, en cambio, como un remedo de lo peor del Consenso de Washington, el programa neoliberal que la Argentina y otros gobiernos implementaron en la década de los 90.

La Casa Rosada defiende en el GRIC, por el contrario, la aplicación de políticas activas del Estado, en reformas que permitan distribuir mejor el ingreso. El Gobierno cree, al menos desde la teoría, en promover la educación como herramienta social de ascenso. Brasil y Venezuela lo apoyan, y muchos otros países del continente suman sus voces.

Así, entre ambos "bloques" existe una disputa "abierta y desgastante", como la calificó un alto diplomático argentino.