Y Rammstein incendió Racing

Los alemanes pasaron por el Estadio del club de Avellaneda y dieron Academia de eso que tan bien saben hacer: metal industrial, gótico y bailable con altas dosis de pirotecnia, fuegos artificiales y un desborde de pasión que obligó a frenar la maquinaria incendiaria por unos minutos. Luego todo fue un vendaval escénico y sonoro que cerró con una ferviente declaración donde amor y sexo pago van de la mano. Lástima que aunque se oye, por decisión de la banda, desde lejos no ve. Por Sergio Corpacci

Por Canal26

Domingo 28 de Noviembre de 2010 - 00:00

En las adyacencias del Cilindro de Avellaneda predominaba el negro, los borcegos por encima de las zapatillas y la sensacion tan Beto Quantro de que “algo esta por pasar, algo esta por venir”. Si bien ahí nomas estaba el puente y la via misma no era un tren el que se iba llevar puesto a ningun desprevenido. Quienes apuraban el paso, entre presurosos y ansiosos de estar ahí y que las luces se apaguen y se encienda el fuego sabían lo se les vendría encima.


Y lo que se vino encima a partir de las 21.23 fue ni más ni menos que el mismísimo RAMMSTEIN con “Rammlied”, de su último disco “Liebe ist für alle da”. Y al tercer tema lo inesperado, el corte abrupto, el comentario al oido de un plomo al vocalista Till Lindemann y el obligado paréntesis. Era el inicio del concierto y a la multitud que, nobleza obliga, el Cilindro le quedo grande, el principio del desconcierto. Tras el parco anuncio de “volvemos en unos minutos”, un oportuno llamado a la producción develó el misterio: lo que habia pasado, es lo que nadie preveia, un vallado cedio a la presion nacional y popular y reponerlo fue cosa de unos minutos.


Enseguida se repuso en marcha la Libe IST Fur Alle Da Tour 2010 a la que una inconcebible decisión de la banda privó a quienes estuvimos en las alturas de las plateas de una visión acorde a un espectaculo donde lo visual y lo sonoro se conjugan en pos de ese todo del que el mundillo del rock habla o comenta. Inentendible y condenable la ausencia de pantallas que emitan eso que pasa allí abajo y que es condimento vital para llenarte los ojos para guardarlo en la retina o volcarlo en la crónica. Asi que sabrán disculpar la falta de detalles. Como cantaban Los Piojos, desde lejos no se ve, aunque se perciba al vocalista ataviado en un rarísimo atuendo y echando luz por la boca, al tecladista bailotear enfundado en un traje alien plateado y brillante y a los demás músicos sacudirse.


Lo que si se veia eran las salvas pirotécnicas que fueron sucediendose junto a los temas de un track list en los que faltaron “Amerika” – podrian haberlo incluido tan solo por hacerle honor al continente y la K tan en boga hoy en día por estos lares – o el afectado “Raise Raise”.


A falta de ellos buenos fueron Keine Lust,Feuer frei!,Weisses fleisch,Wiener Blu, Fr Frühling in Paris,Ich tu dir weh,Liebe ist für alle da, Links 2-3-4 y Haifisch, bailados, sacudidos, cantados y pogueados por la multitud que en el campo se hacia de las delicias que los de arriba nos perdíamos mientras nos consolábamos viendo como gozaban siete adolescentes abrazaditos y saltarines como si supieran que tenian la llave del ya antiguo cofre de la felicidad, o esa post adolescente chillonamente pintada hasta los pelos que arrodillada ante una bandera alemana le rendia culto a los teutones incendiarios.
Pero fue obviamente con Du Hast donde la multitud se sacudió como posesa mientras los músicos le entregaban, sangre y sudor generando alguna que otras lágrimas y el cantante se golpeteaba los muslos como un Iorio germano y solo le faltaba soltar un “vamo a veer” para corroborar lo que vendría.


Y entre tanto fuego artificial y parodia incendiaria y violenta, como esa donde un supuesto fan que supuestamente tomo el escenario por asalto fue supuestamente prendido fuego para desandar las tablas a lo bonzo, se acercaba el final que antes del saludo formal y los bises unas cañitas voladoras surcaron teledirigidas el Estadio y cual boomerang se perdieron en el escenario.


Antes de fin, antes de que cenizas queden, la parodia incendiaria les saco fuego y chispas de los miembros viriles de los miembros de la banda, guiño quiza para el tema de cierre, para el “Te quiero Puta”, vociferado, bailado y gozado por quienes fueron consumidos por el fuego fatuo de los alemanes, que por primera vez vez hacían pie y salían más que mejor parados por las suyas en Argentina, tras aquella visita en plan soporte de los también fogosos y jamás fugaces Kiss en el ya lejano 1999.


Y fue el fin. El “una más que no jodemos más” fue tan ignorado como el derecho de miles de disponer de una pantalla en la que replique eso que tantas veces nos hablaron y que por una buena vez íbamos a poder observar, mirar y atesorar.


Pero bueno, desde lejos no se ve. Tan cierto como que se escucha, se percibe y se oye. Y a veces, aunque no parezca, con bandas como RAMMSTEIN enfrente, algo es más que algo. Aunque por decisión de ellos mismos no parezca mucho.