"Para proteger las vidas necesito frenos, no cámaras de video", dijo el motorman

Daniel López, que manejaba la formación del Sarmiento al momento del accidente en Castelar, rompió el silencio y contó su versión del hecho que dejó tres muertos. "Los frenos nunca funcionaron", aseguró el hombre que es maquinista de esa línea desde hace 29 años.

Por Canal26

Sábado 6 de Julio de 2013 - 00:00

Daniel López, el motorman de la tragedia de Castelar, rompió el silencio y contó su versión del accidente ferroviario que dejó tres muertos.

“Los frenos nunca funcionaron”, dijo el hombre, de 52 años, que es maquinista del Sarmiento desde hace 29 años. Asegura que no es un “conductor suicida” y que “para proteger las vidas necesito frenos, no cámaras de video”, en alusión a la nueva disposición del gobierno de colocar cámaras de video en todas las cabinas de los motorman.

López contó que el día del accidente estaba cumpliendo el “segundo trayecto” con la formación. “Yo saqué esa mañana el Chapa 1 del depósito con un certificado de listo, era la primera vez que lo manejaba después del arreglo que le habían hecho. Viajé hasta Once y luego volví a salir desde Once en un servicio rápido”.

Si bien en un principio, según declaró, no había tenido problemas con los frenos, aunque recordó que existió un episodio “yendo hacia Once”. “Al principio no me acordaba, pero sí, cuando estaba yendo hacia Once el equipo se quedó 'agarrado', como decimos nosotros, o sea, frenado. Pero enseguida reaccionó”, dijo. Sin embargo, aclaró: "De regreso pude frenar bien en Flores, Liniers y Morón, las tres paradas previas del servicio rápido”.

López negó que haya estado alcoholizo o dormido al momento del impacto y lo justificó al señalar que en todo momento activó el mecanismo de “hombre vivo”. “Prueba de que yo no estaba dormido el día del accidente es que mantuve activo el "hombre vivo" siempre, hasta el choque”, agregó..

Y dijo que se enteró tarde que por el choque había personas muertas: “Quedé atrapado en la cabina. Escuchaba gritos. Cuando logré liberarme, me tiré a las vías. Me chorreaba sangre de la cabeza, me dolía el pecho, tuve golpes en la columna y las rodillas (…) me trasladaron a una clínica en Morón y ahí me incomunicaron. Me enteré de los fallecidos al hablar con mi abogada, antes de declarar ante el juez”.

Foto de Daniel López: LA NACION