Historia de Christian Bragarnik, empresario detrás del arribo de Maradona a Gimnasia

Cómo fueron los comienzos del empresario del fútbol argentino más influyente.

Por Canal26

Lunes 9 de Septiembre de 2019 - 11:24

Christian Bragarnik

Christian Bragarnik, se convirtió en el más influyente representante y conocido como el “nuevo dueño” del fútbol argentino. En el último tiempo tomó notoriedad por la gran cantidad de entrenadores y futbolistas que representa. Ahora volvió a la escena por ser uno de los impulsores de la llegada de Maradona a Gimnasia.

 

Junto con Matías Morla, abogado del "Diez", prepararon el terreno para el desembarco del DT en el fútbol argentino, después de 24 años. No es casualidad que el Gallego Méndez y todo el cuerpo técnico de Maradona en Gimnasia sean sus representados.

 

Bragarnik tiene bajo su ala a 15 técnicos y más de 100 jugadores, a los que intenta darles el mejor presente profesional.


Además de su éxito futbolístico, se habla que es quien maneja desde las sombras los destinos del fútbol argentino, mito que se agiganta por su poca exposición ante los medios de comunicación.


De chico soñaba con ser jugador pero la ilusión llegó a inferiores de Comunicaciones y Almagro y lo máximo que disputó fueron solo unos minutos como volante central en JJ. Urquiza y Yupanqui, de la Primera D de nuestro fútbol.

Christian Bragarnik


Tras recibirse de abogado y alejado del verde césped, se vinculó al fútbol desde otro lado. En medio de la crisis del 2001, le propuso a Mariano Monrroy, un volante de Arsenal, hacerle un compilado de sus mejores jugadas y ofrecérselo a Eduardo Fuentes, un ex jugador que estaba en el Cruz Azul de México y tenía contactos en tierras aztecas.


El video hizo que Monrroy pudiera fichar con el Irapuato, filial del ascenso del Querétaro, de la primera división mexicana. El pase se hizo en 400.000 dólares y Bragarnik se ganó la estima de una familia de peso: los Grondona.


Sin embargo, el dinero del pase no tenía buenos fondos: el dinero de la institución provenía del narcotráfico, como en el 70% del mercado futbolístico mexicano por entonces. De hecho su mayor accionista, Tirso Martínez Sánchez, quedó detenido acusado de lavar dinero narco en Irapuato y Querétaro.


En 2004 y tras una investigación de la Procuraduría de México, el equipo fue dado de baja por la Federación. Bragarnik volvió a la Argentina con la red de contactos hecha y tenía en claro que viviría del fútbol.


Por su buena relación con Grondona, viajó junto a Arsenal a Guadalajara para un partido de Copa Sudamericana en 2007 y allí se relacionó con Jorge Hank hijo, primogénito del hombre que maneja el Grupo Caliente en México, que tenía el club Xolos de Tijuana y era dueño de hipódromos, bingos, casinos y financista del hegemónico Partido Revolucionario Institucional de México.


Se convirtió, entonces, en asesor futbolístico de ese imperio, con un detalle: el Grupo Caliente estaba investigado en Estados Unidos por ser presuntamente el vínculo de los narcos para lavar dinero de la droga y Hank padre terminó preso después de que le encontraran 88 armas de guerra en su casa, aunque salió indemne tras 15 días en la cárcel.


Por entonces, México era el destino que más pagaba y todos los clubes argentinos y jugadores que querían entrar al mercado, negociaban con él. Entonces se convirtió en el nexo definitivo.
Pero su salto definitivo lo dio con Defensa y Justicia. Vinculó al Halcón con capitales mexicanos y amplió sus raíces con otros clubes: Godoy Cruz, equipos santafesinos, cordobeses, también en Tucumán hasta recalar en Racing e Independiente al mismo tiempo con técnico y jugadores propios en 2014.


Y después Boca, cuya puerta de entrada fue el pase de Benedetto a quien trajo, claro, de México en un negocio que muestra cómo apuesta: no le cobró la habitual comisión del 7% al club comprador (el pase se hizo en 5 millones de dólares, así que resignó del Xeneize 350.000 verdes) pero a cambio se quedó con la plusvalía del 10% sobre cualquier futura venta del goleador, que hoy está valuado en 30 millones.


Hoy maneja cotizadísimos técnicos, entre ellos Edgardo Coudet, Jorge Almirón, Antonio Mohamed, Sebastián Becaccece, Diego Cocca, Leonardo Madelón, Darío Franco, y muchos de sus jugadores top como los hermanos Bou, Donatti, Iván Marcone y más recalan en el club donde van sus entrenadores.


Pero no todo brilla en su mundo. Estuvo en la mira de la AFIP cuando vendió un jugador de Defensa y Justicia, Julio Rodríguez, a Sinaloa por una cifra exigua: 80.000 dólares. Y la Unidad de Información Financiera generó un Reporte de Operación Sospechosa donde se hacía referencia al destino mexicano y el pasado del representante en clubes cuestionados. La sospecha de capitales extraños revoloteando otra vez. Pero salió indemne tras probar que no había nada raro.


Por su oficina pasan cientos de jugadores que quieren firmar con él, técnicos de renombre a los que representa y buscadores de talento a los que tiene como monotributistas y después divide dividendos si el futbolista triunfa.


Por eso su empresa, Score Fútbol S.A. que está registrada desde 2011 y cuenta con dos socios, Gustavo Papagna y Marcelo Valeri, apenas cuenta con tres empleados.
Una estructura muy pequeña para alguien que mueve millones de dólares cada año y que tiene en el bajo perfil a un aliado imprescindible para alcanzar el mote que hoy ostenta: el nuevo dueño del fútbol argentino.

 

 

 

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