Mariana Nannis vive en un departamento alquilado y le da de comer a los perros de la calle

La esposa de Claudio Paul Caniggia espera definir la situación legal y personal con su marido, pero ya no vive en el cinco estrellas donde se alojó al llegar a Buenos Aires y donde toda su vida era un lujo.

Por Canal26

Lunes 9 de Septiembre de 2019 - 12:36

Mariana NannisMariana Nannis - Susana Giménez

Mariana Nannis hace tiempo que está en Buenos Aires esperando encontrarse cara a cara con su marido, Claudio Paul Caniggia, y arreglar las cuestiones relacionadas al divorcio y a la decisión de ella de "salvarlo" de las drogas.

 

Trascendió en varios programas que el ex futbolista tenía 24 horas para regresar a Buenos Aires o sería traído por la fuerza pública. Mientras tanto, Nannis abandonó el Hotel Alvear en el barrio de Recoleta, donde permaneció hasta el jueves pasado. De ser por ella se quedaría infinitamente allí, pero hoy, con las tarjetas de crédito y sus cuentas limitadas o bloqueadas, se hace difícil solventar esa vida de lujos.

 

Se supo que la producción del programa de Susana Giménez, que la trajo invitada a contar su verdad, pagó los primeros días de alojamiento. En realidad las gentilezas corrieron por cuenta de la empresa Viacom, dueños de Telefe, porque ellos son quienes tienen contratados a sus hijos, los mellizos Charlotte y Alexander, para su reality Caniggia libre y por eso le dieron todas las facilidades a su madre.

 

Terminado los días de alojamiento en su suite de la avenida Alvear, Nannis fue a parar a un departamento alquilado en Santa Fe y Coronel Díaz, con sus lujos, pero ya no haciendo la vida de hotel cinco estrellas que adora. Desde el viernes es su vivienda, lejos de la zona de Puerto Madero donde la familia tiene sus departamentos en el complejo Faena que ella no puede pisar por ahora.

 

Sus días pasan de estar encerrada en su departamento a caminar por Coronel Díaz rumbo al cercano Parque Las Heras, al que acude a darle de comer a las palomas y a llevarle comida a perros abandonados. Sabida es su obsesión por el proteccionismo animal, que ejerce en Marbella, pero nadie hubiese imaginado cruzarla en un parque de Buenos Aires llevándoles comida a los perritos sin hogar mientras espera la respuesta de su marido para un divorcio en paz.

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