Washington Post advierte sobre la expansión de la crisis política en América Latina

Ecuador, Perú, Guatemala y otros países sufren situaciones conflictivas, marcadas por la desaceleración económica, la polarización, la debilidad institucional y la intolerancia con la corrupción.

Por Canal26

Sábado 12 de Octubre de 2019 - 17:23

Jornada de protestas en Ecuador, incidentes, REUTERS

A raíz de los conflictos políticos en varios países latinoamericanos, The Washington Post analizó la actualidad de América Latina y la advertencia de que estos incidentes y manifestaciones se expandan en el cotinente.


"En Perú, el presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso. En Ecuador, las protestas se volvieron tan caóticas que el gobierno de Lenín Moreno tuvo que abandonar la capital, Quito. En Honduras, su mandatario, Juan Orlando Hernández, combate acusaciones de que recibió sobornos de narcotraficantes. En Haití, los manifestantes amenazan con derrocar al gobierno. Y en Venezuela, una crisis de dimensiones históricas provocó la huida de casi cinco millones de personas (más del 10% de la población)", expresa la corresponsal Beth Sheridan en su columna para el medio estadounidense.

 

La columna hace un repaso de los motivos que llegaron a la crisis tras "éxitos considerables" como: explosión sostenida del crecimiento, expansión de la clase media (ahora representa un tercio de la población) y consolidación de la democracia en una región conocida antaño por sus dictadores militares y sus rebeldes marxistas.


El prestigioso medio explica que si bien la crisis tiene su origen por diferentes motivos en cada país, hay cuestiones que comparten: "La economía de gran parte de América Latina se desaceleró. Las instituciones democráticas aún son débiles. La opinión pública es mucho menos tolerante de la corrupción y de servicios deficientes. Y la polarización está en aumento", expresa.

 

"Estamos viendo una caída importante del crecimiento económico en casi todas partes de América Latina", señala el excanciller mexicano Jorge Castañeda.


En un repaso por la historia de la economía de los países, en un informen detallan que crecieron desde 2004 a 2011, pero que a hora presentan un colapso. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que para 2019 se espera que el crecimiento sea solo de 0,6%.

 

La columna no solo se enfoca en Ecuador, también lo hace al referirse a nuestro país: "Ecuador y la Argentina tienen el desafío de estabilizar sus economías tras la salida de líderes populistas que se apoyaban en un fuerte gasto público. Moreno y su par argentino, Mauricio Macri, impusieron duros programas de austeridad para manejar las enormes deudas de sus países. Ahora Moreno enfrenta la mayor amenaza contra su presidencia, y Macri podría perder su reelección".

 

De lejos, el mayor desastre de la región es Venezuela. Desde 2013, su economía se hundió más de la mitad debido a la caída de los precios del petróleo y a la mala gestión de la crisis.

 

"La desaceleración económica genera tensión en una región donde las instituciones políticas, los partidos y la Justicia son débiles", afirma Kenneth Roberts, director del programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Cornell.

 

Para el politólogo Jo-Marie Burt, de la Universidad George Mason, dice que el hecho de tener instituciones débiles hace que los problemas sean más difíciles de tratar. "Hay una incapacidad para procesar el conflicto social a través de los canales políticos normales. Así que terminan teniendo protestas callejeras o la disolución del Congreso", expresó.

 

"Otro de los ejes de la inestabilidad es que los ciudadanos de América Latina se sienten cada vez más frustrados por la corrupción, y en los últimos años salieron a las calles para presionar por la salida de los gobiernos de Brasil y Guatemala", dicta el la nota de análisis.

 

Además, las "enormes cantidades de lavado de dinero por drogas intensificaron la corrupción, lo que avivó la violencia y la inestabilidad política en países desde Colombia hasta México".

 

"Esas concentraciones de dinero mal habido son imposibles de aislar del proceso político. Tienen un efecto altamente disruptivo y distorsionador sobre la política democrática", cierra Roberts.

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