De Mendiguren: "La verdadera brecha es entre lo que somos y lo que podemos ser"

La pandemia de coronavirus encontró a Argentina con puntos fuertes y otros débiles. El desafío pasa por elaborar nuestro propio proyecto para el desarrollo.

Por Canal26

Lunes 1 de Junio de 2020 - 21:24

José Ignacio de Mendiguren, NAJosé Ignacio de Mendiguren. NA.

José Ignacio de Mendiguren, abogado, industrial y político argentino, que ejerció como presidente de la Unión Industrial Argentina y como Ministro de Producción de la República Argentina entre 2002 y 2003; hizo un pormenorizado análisis para Clarín de lo que espera a la Argentina en la era de la post pandemia de coronavirus.

 

Escribió de Mendiguren: "Argentina discute brechas sin saber qué hacer con ellas. Está la brecha financiera, que divide tipos de cambio; la brecha social, que ha separado a nuestra sociedad según el nivel de vida; o la brecha política, que nos sumerge en debates estériles entre opuestos que no siempre son tales.

 

Pero hay una brecha que omitimos discutir sistemáticamente: la que separa lo que somos de lo que podemos ser; nuestra realidad de nuestro potencial. Hablamos todo el tiempo sobre el potencial argentino, sobre nuestra riqueza de recursos, tanto naturales como humanos. Sin embargo, las brechas de las que nos ocupamos surgen de nuestra incapacidad de resolver la brecha original.

 

El proyecto del gobierno de crear un Consejo Económico y Social es el primer paso para actuar sobre los problemas de fondo que nos impiden avanzar. Nuestro país necesita recuperar grandeza en los objetivos que nos ponemos los dirigentes y que le planteamos a la sociedad, y buscar los consensos sobre metas concretas. ¿Cómo hacemos para duplicar nuestro PBI en la próxima década? ¿Qué tenemos que venderle y qué comprarle al mundo? ¿Dónde vamos a poner el foco de nuestro esfuerzo?

 

Esto es todavía más importante en un momento en el que el mundo se ha quedado sin hoja de ruta para encarar la crisis que genera la pandemia. La globalización y las instituciones que decían conducirla están en retirada, la economía mundial tendrá su mayor caída desde la Gran Depresión de 1929 y cada país va a tener que defender con uñas y dientes sus intereses y la calidad de vida de sus ciudadanos.

 

Suturar la brecha entre lo que somos y lo que podemos ser requiere definir con claridad lo que queremos ser. La visión tiene que ser nuestra y no un simple reflejo de lo que los otros quieren que seamos. El mundo pretende que Argentina sea la silobolsa del mundo, para actualizar la imagen con la que se nos catalogó en el Siglo XIX. Aquel granero podía ser suficiente para sostener la vida de los 4.000.000 que éramos en 1895, pero esta silobolsa no alcanza para los 44.000.000 que somos hoy.

 

Hace casi una década que Argentina no crece y en los últimos cuatro años nuestra caída fue meteórica, aún antes de la pandemia. La cuenta es simple: entre 2011 y 2019 nos reprimarizamos, nuestras ventas al resto del mundo cayeron 19% y por ende también cayó nuestra participación en el comercio mundial. Por falta de dólares nuestro PBI per cápita se achicó 11%. En la cuenta contra-fáctica se esconde la brecha: si hubiésemos logrado apenas mantener en estos años el ritmo de crecimiento de nuestra participación en el comercio mundial que logramos en 2002-2011, el país habría contado con un flujo de dólares suficiente para financiar un proceso de crecimiento sostenido a razón del 1,7% anual promedio en los últimos 8 años. Y nuestro PBI per cápita habría crecido 5%. La brecha puesta en números: 16 puntos de PBI por habitante de diferencia.

 

Esa es la única brecha que tenemos que atacar desde la política pública en los próximos años, de una vez por todas y entre todos. Tenemos un solo enemigo: el subdesarrollo; y nuestros únicos adversarios son quienes lucran con él. Desde que el mundo es mundo, pero más aún en el mundo que viene, va a haber una lucha geopolítica en torno a quién y dónde se agrega el valor que genera la riqueza que permite a las sociedades vivir mejor. En la microeconomía, la brecha es la que existe entre exportar trigo por US$ 190 por tonelada o pastas por US$ 1.600 por tonelada (ocho veces de diferencia). O entre exportar petróleo crudo a US$ 380 la tonelada o hacer autopartes de plástico a US$ 6.000 la tonelada, más de 16 veces el valor original. Nuestro objetivo en el Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) que presido es justamente ayudar como banca de desarrollo a suturar esa brecha.

 

La pandemia de coronavirus encontró a Argentina con fortalezas y debilidades. Entre las últimas, una recesión de más de dos años y un fuerte endeudamiento especulativo impulsado de manera irresponsable que nos llevó a la insolvencia. Pero entre los activos, nuestro país enfrenta la crisis con un liderazgo político renovado, que definió de manera clara que la salida a la crisis será en alianza con la producción y el trabajo, y está dispuesto a recuperar la gobernabilidad de nuestra economía y, con ella, nuestra capacidad de transformación. A partir de ahí, resta lo más fácil – y también lo más difícil: elaborar nuestro propio proyecto de desarrollo."

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