Ribelli sobre la AMIA: “En la cárcel era 'el terrorista', pero sabíamos que la causa se iba a caer”

Juan José Ribelli, ex policía, estuvo detenido ocho años y tres meses hasta que fue absuelto en 2004. En una entrevista recuerda lo que pasó.

Por Canal26

Sábado 18 de Julio de 2020 - 16:03

Juan José Ribelli, AMIA, ex policíaJuan José Ribelli.

Juan José Ribelli, ex policía bonaerense, fue detenido el 12 de julio de 1996 cuando en ese momento se encontrada al frente de la División Automotores de Vicente López. Las autoridades le explicaron que el motivo de su detención se debía a que estaba procesado en la causa AMIA​ y por ello sería trasladado a la cárcel de Caseros junto a otros 14 policías. 

 

La detención tuvo lugar tras la detención de Carlos Telleldín, detenido por la misma causa, quien aseguró que el 10 de julio de 1994, Ribelli y los ex subcomisarios Irineo Leal y Raúl Ibarra, y el inspector exonerado Mario Bareiro, le quitaron el Renault Trafic blanca que ocho días después explotaría frente a la sede de la AMIA.

 

Los oficiales fueron procesados como "partícipes necesarios" de los delitos de "homicidio, lesiones leves, graves y gravísimas y daño reiterado agravado por odio social".

 

En septiembre del 2001 inició el juicio y terminó tres años después con Ribelli absuelto, junto a los otros tres policías. Años después, Ribelli le brindó una entrevista a Clarín sobre lo que vivió en aquellos años.

 

Ribelli hoy es abogado y al ser consultado porque decidió estudiar dicha carrera, dijo: “Soy de los que creen que el tiempo es uno de los capitales más grandes de la vida. Y no quería que la espera del juicio fuera una pérdida del tiempo. Entonces, le pedí a mi mujer que me averiguara qué carreras se podían cursar a distancia. Me ofreció Administración de Empresas o Derecho. Yo quería Administración, porque siempre fui comerciante. Pero seguí su consejo y me quedé con Derecho. Me recibí el 29 de agosto de 2003; el día del abogado. Cada vez que rendí una materia fue ante tres docentes de la Mesa examinadora de la Universidad Católica de Salta, que venían a verme a la cárcel.”

 

 

Respecto a los ocho años que estuvo detenido, recordó: “Ingresé a un penal en el que, además de detenidos pertenecientes a las fuerzas de seguridad, había delincuentes comunes. Incluso varios que yo mismo había detenido por secuestro o narcotráfico. Creo que siempre hay un Dios que te cuida. Hoy por hoy, llevo mi crucecita conmigo (muestra el dije que lleva en una cadena). Aunque algunas circunstancias prefiero que queden como anécdotas reservadas. Mi hijo tiene la idea de trabajar en un largometraje sobre mi vida y me guardaré los detalles para su proyecto.”

 

"Nos tocó a nosotros, pero podría haberle tocado a cualquiera. Había que incriminar a alguien. Mi mujer me ingresó las fotocopias de los 2.000 cuerpos de la causa. Esas fotocopias hicieron de pesas cuando hacíamos gimnasia, y de sillas. No había lugar en la celda y no quedaba otra que sentarnos sobre ellas. Pero con Raúl Ibarra leímos todo y descubrimos detalles como los cruces de llamadas y la cuenta bancaria que habilitó la mujer de Telleldín", comentó.

 

Sobre las falsas acusaciones que recibió, reflexionó: "Sabíamos que la causa se iba a caer. Por eso fuimos los primeros querellantes del juicio contra Galeano. No íbamos a parar hasta no verlo en el banquillo. Ibarra falleció sin poder escuchar la sentencia (lo condenaron a 6 años). Pero yo sí. Fue el primer paso para terminar de cerrar este proceso. Lo condenaron y se ventilaron nuestras prisiones ilegales y las barbaridades que hicieron. Mi juicio contra el Estado sigue en trámite. Pero primero quería ver en el banquillo a las personas involucradas".

 

Con respecto a su rol actual de abogado y los clientes que tiene, muchos de ellos detenidos, expresó: “No les prometo nada que no pueda cumplir. Hay que ser franco y real con los clientes, por más que me implique perderlos. Porque varios se fueron detrás de colegas que les vendieron humo y después me volvieron a buscar. También creo que valoran que haya amalgamado tres de las cuestiones principales que se necesitan para tomar una defensa. Uno, fui policía de investigaciones y observo la causa más allá de lo que está escrito. Dos, estuve del otro lado de la reja y sé lo que es la incertidumbre de no tener un norte definido como estrategia de defensa. Y tres, me muevo en la calle, hablo con uno, con otro y tengo ciertos contactos que saben detalles internos o por detrás de la cortina de la Justicia.

 

​En lo que respecta a cómo ve a la Policía Bonaerense actualmente, analizó: “Antes, uno era policía por vocación. Después de la "Maldita Policía", sumarse a la fuerza pasó a ser un trabajo. ¿Por qué? Porque la única respuesta ante cada ola de inseguridad fue sumar miles y miles de nuevos policías. Y son pibitos que se metieron en la Bonaerense porque necesitaban un trabajo. Así los ves: en las esquinas mirando sus celulares. Siento vergüenza ajena de algunas cuestiones. A los dos o tres años de ser libre, me propusieron trabajar para el Ministerio de Seguridad. Mi postura fue que los cambios recién se podrían notar en 6, 8 o 10 años de trabajo. El plan incluía buen capital de trabajo, buenos sueldos para que el policía se sintiera orgulloso de su trabajo y acceso a tecnología de primer nivel. Como todo lo que respecta a políticas de seguridad, buscaban resultados en el momento. Y eso es imposible. Por eso no acepté. Hay que cambiar los conceptos.”

 

“En este país tuvimos y tenemos buenos y malos policías. El tema es que no se puede meter a todos en la misma bolsa. El que hace las cosas bien se siente discriminado. El uniforme policial pasó a ser un prejuicio. El policía que llega a un juicio oral tiene un 90% de posibilidades de ser condenado solo por ser policía”, concluyó.

 

 

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