Buenos Aires de noche: bares y restaurentes cerrados, teatros vacíos y una ciudad fantasma

Con las nuevas restricciones la Ciudad ya no es lo que era, todo el brillo y el esplendor se vieron oscurecidos por la pandemia.

Por Canal26

Jueves 6 de Mayo de 2021 - 10:43

Buenos Aires de noche en pandemiaBuenos Aires, la ciudad desierta luego de las 20 hs.

Una nota del periodista Roldolfo Palacios de Infobae.com reveló que es lo que sucede en las noches de Buenos Aires con una cronología intacta hora por hora.

 

El detalle de la noche fantasma de de Buenos Aires:

 

7.45 PM. Buenos Aires. Un hombre toma el último sorbo de un whisky sin hielo. En otra mesa, un matrimonio y su pequeño hijo se apuran en comer una picada con gaseosa. Los que más ansiedad muestran son los jubilados que juegan al ajedrez. Uno de ellos mira de reojo el reloj del local y dice: “Vamos que nos sacan la roja”. La moza, Antonia, sonríe, pero luego se desanima: “Si esto sigue así, esto va a terminar cerrando”: Esto es “La Academia”, en Callao entre Sarmiento y Corrientes, un histórico bar de Corrientes, cuando Corrientes era la avenida que nunca duerme. El cartel del lugar parece utópico: “Desde 1930 abierto las 24 horas los 365 días del año”. La moza y el encargado comienzan a poner las sillas arriba de las mesas. En una de las mesas, dos policías miran la hora y toman café.En la veredas, las personas van con cierta prisa. Por el toque de queda dispuesto por el Gobierno de ocho de la noche a seis de la mañana, los que ahora circulan por la calle hacen todo a las apuradas. Como si buscaran borrar las huellas en una ciudad que en 15 minutos será prohibida.

 

8 PM. Las pizzerías ofrecen delivery. Hay filas. Una pareja pasea un perro. Otra camina de la mano como si nada fuera a ocurrir. En Suipacha, en una escuela de danza, hay una vidriera iluminada pero sólo se ven esculturas. La más saliente es de una bailarina. No hay, al menos a simple vista, sereno ni recepcionista. “Es como una noche en el museo”, dice Franco, el fotoperiodista de Infobae. El microcentro es más microcentro que nunca. Al menos en esa soledad de noche que lo caracteriza. “No voy al parador de Retiro porque te tratan como chorros, hay detector de metales”, dice un hombre en situación de calle que busca comida en un contenedor.

 

8.30 PM. En teoría el toque de queda lleva media hora, pero en la avenida 9 de Julio circulan autos como un día normal de pandemia. Algunos colectivos trasladan unas diez personas por unidad. Parejas y familias caminan por avenida Corrientes. Miran los teatros cerrados, con sus marquesinas de obras que tuvieron que ser levantadas. En la puerta del teatro San Martín un hombre vende garrapiñada.

 

8.45 PM. Estación de subte Diagonal Norte. En el andén, dos personas esperan a la última formación. A la salida de la estación, una pareja de ancianos toma mate y fuma. Ella llena el crucigrama de un diario de hace dos días mientras él tiene la mirada perdida. A unos metros, en una pared alguien pintó “Bienvenides a Sarajevo”. “No le tenemos miedo al COVID, le tenemos miedo a morir en la calle. Hace dos meses dormimos acá, sin colchón, tirados sobre una frazada. La pensión en la que vivíamos fue clausurada. ¿Por qué no le tengo miedo al virus? Mirá, uso barbijo, me cuido, pero tengo cosas peores: un tumor en el pecho izquierdo, EPOC, un riñón más chico y la vesícula jodida”, dice Viviana, de 57 años. Su pareja, Rafael, de 77 años, llegó de España a los 20 años. “Tuve muchos trabajos, el último fue en una veterinaria. Ahora lustro zapatos. Cuando cierra el subte venimos a este rinconcito y cuando arranca, nos vamos”, dice. El está sentado en una silla giratoria vieja y ella arriba de un cajoncito. Tienen una valija que, cuentan, un ladrón les arrebató cuando dormían. “Lo corrí y la dejó tirada. Gracias a Dios la pudimos recuperar”, narra Viviana. Los dos agradecen a los vecinos que le dejan comida o agua caliente para tomar mate.

 

9 PM. En la estación Carlos Pellegrini, un policía mira una pantalla donde se ven cuatro cámaras. Afuera comenzaron los controles. En la esquina de Corrientes y 9 de Julio está uno de los puntos donde los policías controlan que nadie que no esté autorizado (no sea esencial) circule por la calle durante el toque de queda. “De 20 a 6 quedate en casa”, dice una leyenda en un cartel gigante de la 9 de Julio. En la estación Constitución parten los últimos trenes. Los policías controlan. Uno de ellos está ante una pantalla gigante en la que ve los movimientos de la gente que entra y sale.

 

9.30 PM. ”La gente tiene que ser responsable. Los peores días son los del fin de semana, cuando vemos a muchos jóvenes y no tan jóvenes que circulan en el horario no permitido. Nosotros, que estamos todo el tiempo en la calle, vemos la desesperación de los médicos, la llegada de las ambulancias en los hospitales, las morgueras”, dice un policía a Infobae. El Ministerio de Salud de la Nación informó el miércoles que en las últimas 24 horas se registraron 663 muertes y 24.079 nuevos contagios de coronavirus. Con estos datos, el total de infectados desde que comenzó la pandemia asciende a 3.071.496 y las víctimas fatales son 65.865.

 

10 PM. Infobae inicia una recorrida por algunos de los hospitales de la ciudad. El Anchorena, el Otamendi, el Argerich, el Hospital de Clínicas, el sanatorio Los Arcos, el Finochietto, el Fernández, el Guemes, pero el panorama, al menos desde la puerta de cada uno de ellos, no es alarmante. Las ambulancias están estacionadas. En algunos de ellos hay personas esperando en la guardia. En CABA, hoy se encuentran ocupadas el 83,2% de las camas de terapia intensiva. Esta recorrida por esos hospitales se repetirá cada una hora y la situación será la misma.

 

10.30 PM. A la vuelta del Fernández, un camión de gran porte carga oxígeno para el hospital. Cerca de ahí, en Medicus, en otro camión cargan los residuos. Al menos hay cincuenta cajas con basura. “Por el COVID ahora hay el doble de la basura. Lo que hacemos es un compactamiento ecológico”, dice uno de los hombres que carga las cajas.

 

11 PM. En bicicleta o moto, los repartidores de comida atraviesan la ciudad de un lado a otro. Con sus mochilas o cajas sobre sus espaldas, algunos van a toda velocidad, como kamikazes nocturnos. “Con el toque de queda trabajamos mucho más”, dice Luciana, una joven que al momento de cruzarse con Infobae llevaba tres pedidos a San Telmo.

 

11.30 PM. Los distintos Palermos, desde el Hollywood al Soho, parecen atravesados por una pausa. Como si alguien hubiese apretado Stop en una cámara. Los restaurantes dejaron de ofrecer comida delivery y sólo algunos kioscos permanecen abiertos.

 

Fuente: Infobae.com - Rodolfo Palacios

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