Se endurece el cepo cambiario: el Gobierno patea una devaluación inevitable para después de las elecciones

El cepo cambiario se ha endurecido, luego de las recientes medidas del Banco Central, algo que deja expuestos los enormes problemas para conservar la estabilidad del tipo de cambio en estos días de la antesala de las próximas elecciones.

Por Canal26

Domingo 15 de Agosto de 2021 - 13:43

Martín Guzmán y Alberto Fernández, NAMartín Guzmán y Alberto Fernández. Foto: NA.

Si en algo tiene previsibilidad la Argentina, eso es en materia de devaluaciones. Y todo indica que en lo inmediato, esta historia volverá a repetirse, incluso pese a las insistentes negativas de parte del Gobierno encabezado por Alberto Fernández y el equipo económico de Martín Guzmán.

 

Así, el cepo cambiario se ha endurecido, luego de las recientes medidas del Banco Central, algo que deja expuestos los enormes problemas para conservar la estabilidad del tipo de cambio en estos días de la antesala de las próximas elecciones.

 

El accionar en el mercado del Dólar MEP y el Contado con Liquidación se ven complicadas debido a las trabas impuestas. Estas variantes son las usadas por quienes invierten para dolarizarse mediante la compra venta de bonos y acciones. Recién el martes las autoridades bursátiles aclararán cómo deberá ser la operatoria de ahora en más, ante las distintas restricciones anunciadas por el Central.

 

Tal como se indica en el artículo exclusivo de Pablo Wende para Infobae, la idea central es bajar todo lo que se pueda el volumen operado en esos segmentos mencionados, que obligaban hasta ahora al Banco Central a intervenir de manera constante para evitar la suba del dólar financiero, que a duras penas se venía manteniendo en la zona de los $170. De todos modos, como dice Wende en su nota, el promedio de U$S 25 millones diarios de venta en este segmento era insuficiente para sostener la estabilidad hasta las PASO y mucho menos hasta las elecciones.

 

Con este marco, el Gobierno de Alberto Fernández está en una calle que parece sin salida, o al menos con una bifurcación complicada: redoblar la intervención que cada día impacta de lleno en las reservas del BCRA, o en su defecto limitar mucho más la operatoria y quitar liquidez al mercado. En este difícil escenario, optó por lo último.

 

¿Y qué significa en lo concreto esto? que hay -de hecho- dos cepos cambiarios, unopor sobre el otro. El primero pretende estabilizar el dólar oficial., algo para lo que solo se necesita que cuenten con acceso a él los importadores, empresas que a cuentagotas pagan deudas en moneda extranjera y un selecto porcentaje de la población autorizado a comprar dólar “solidario”. Entre tanto, tal como dice Infobae en el informe de Wende, las otras restricciones cambiarias actúan sobre el mercado bursátil, lo que obligará a los inversores a operar en mercados cada vez más informales. Claro que no todos lo pueden hacer: las grandes empresas, muchas de ellas multinacionales, no pueden “sacar los pies del plato”, es decir retirar pesos y comprar dólares en una “cueva”.

 

Entre tanto, sostiene Pablo Wende en Infobae que con menos volumen en el “contado con liquidación”, el Central tendrá menos trabajo para mantener la cotización a raya, claro que a fuerza de más controles. Esto significa que tendrá que vender bastante menos de los U$S 25 millones diarios que venía aplicando para estabilizar el mercado cambiario. Claro que las operaciones que no puedan cerrarse en ese mercado derivarán al informal. Por eso habrá más presión en el dólar libre, que el viernes subió un escalón hasta los $ 182.

 

Así las cosas, la soja con su precio récord y una cosecha muy buena dieron al Banco Central la chance de comprar más de U$S6.000 millones durante el primer semestre, pese a que las reservas líquidas aumentaron a un ritmo inferier, cerca de U$S3.500 millones. Wende asímismo sostiene en su nota de Infobae que una buena porción de estas divisas terminaría siendo utilizada para intervenir en el mercado cambiario en este segundo semestre. Lo peor es que difícilmente se repita un escenario tan favorable para la Argentina desde el punto de vista climático y de precios como sucedió en este 2021.

 

El primer objetivo es reducir al máximo la pérdida de reservas o eliminarla en plena presión dolarizadora, como sucede en cada elección. Pero el otro desafío complicado que enfrenta el BCRA es la evolución del dólar oficial. La suba a un ritmo del 1% mensual se vuelve insostenible en una economía que no baja del 3% de inflación mensual y que además agrega cada vez más desequilibrios.

 

Si en algo están de acuerdo los economistas es que luego de las elecciones se viene la devaluación. No tiene que ser un salto brusco del tipo de cambio (que aumente 20% ó 30% en un día), pero sí un proceso de aceleración muy marcada. De acuerdo al Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) a cargo del BCRA, la estimación es que en 2022 el dólar oficial se incrementará 40% hasta colocarse en los $155. Así, se aspira a que la brecha cambiaria se achique en relación a los valores actuales, cercanos al 75%.

 

Según el parecer de varias consultoras el salto será más grande todavía. Econviews sostiene -según Infobae en su nota exclusiva- que en 2022 el dólar oficial subirá cerca del 60%. De esta forma no le perdería pisada a la inflación del 2022 y además recuperaría parte del terreno perdido este año. Incluso considera que parte de este ajuste cambiario sucederá antes del acuerdo con el FMI.

 

Nada de esto va a suceder hasta pasadas las elecciones legislativas. El “mini plan” económico ya está desplegado y su objetivo primordial es evitar un salto fuerte del dólar, tanto en el oficial como en el libre en medio del proceso. Al mismo tiempo, una serie de medidas buscan aumentar el consumo interno para que el Gobierno llegue mejor parado a las elecciones, desde las 30 cuotas hasta el crédito a tasa cero para monotributistas, pasando por el bono a jubilados y beneficiarios de la AUH.

 

El gasto desmedido y su "fiesta" genera alta presión sobre el Banco Central, que en lo que va de agosto ya ha transferido $ 160.000 millones vía emisión monetaria pura. Y queda mucho más por emitir en los próximos meses. Esos pesos que regresan a la gente intentan aumentar el consumo y posiblemente lo logren, al menos marginalmente. Pero el costo podría ser muy alto, porque se trata de dinero que nadie demanda y por lo tanto presionará sobre el tipo de cambio y la inflación a fin de año.

 

También dive Pablo Wende en su artículo para Infobae que en el medio surgen temas que meten ruido electoral. El episodio de la foto en la Quinta de Olivos impacta en la política pero también en la evolución de la economía, si es que tiene algún impacto en el resultado de las elecciones.

 

Ahora ha resurgido un nuevo debate que no es novedad: la chance de cobrar nuevamente el aporte solidario, más conocido como “impuesto a la riqueza”. Distintas manifestaciones del oficialismo dejan en claro que existe una posibilidad cierta de abrir la discusión, aunque el proyecto establecía que sería por única vez. Otra posibilidad es fijar algún tipo de sobre-alícuota en Bienes Personales. En un caso o el otro es lo mismo: se sigue atacando el patrimonio familiar.

 

Con la sola mención de esta chance, queda demostrado que es imposible tener un esquema tributario creíble y estable. Además, aquella ley generó una fuerte salida de empresarios que se fueron a vivir a Uruguay para no quedar sujetos al millonario impuesto. Este éxodo se acentuaría si insisten con la idea de volver a cobrar el discutido tributo.

 

También, el Gobierno Nacional sigue adelante con los pasos administrativos para quitarle la concesión de las autopistas del Sol y del Oeste al grupo español Abertis. Según sostienen en el ministerio de Obras Públicas, ya estaría probado administrativamente que el gobierno de Mauricio Macri extendió injustificadamente la concesión por 10 años y avanzará una presentación judicial al respecto, que a su vez facilitaría el cese de la concesión. Será -según Wende en Infobae- casi imposible evitar otro millonario juicio de parte de la empresa contra la Argentina si avanza esta ofensiva, tal como en su momento ocurrió con YPF.

 

Finalmente, ha comenzado una carrera contra reloj: el Gobierno necesita sí o síque la economía levante y tiene tres meses para lograrlo. Marginalmente conseguirá resultados, que difícilmente sean leídos como una consolidación de la recuperación, sino más bien como un rebote de corto plazo sostenido en bases muy débiles.

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