Unidos por la felicidad, Divididos y Las Pelotas revivieron a Sumo

“Después de 20 años, tendría que presentarlos pero no hace falta” anunció Roberto Petinatto en un instante inmortalizado en las retinas y corazones de las 40 mil almas presentes en el Monumental. Es que dos décadas pueden ser nada o demasiado, pero el tiempo al fin, que medió entre la separación del grupo tras la muerte de Luca Prodan y el revival de un viernes efemérides para el rock nacional. (Vea la galería de fotos)

Por Canal26

Viernes 13 de Abril de 2007 - 00:00

Así el saxofonista devenido en conductor estrella de la TV graficó el instante preciso, las 00:20 del viernes 13 cuando Sumo, o sus seis ex integrantes desperdigados en dos bandas señeras del rock nacional, confluyeron en un escenario monumental en todo sentido para comenzar con “Crua Chan”, donde la ausente voz de Luca Prodan, fue suplida por la de Ricardo Mollo quien logró calentar gargantas y almas en un viaje retro emotivo con escalas en mediados de los ochenta.

Alejandro Sokol, Superman Troglio, Germán Daffunchio , base de Las Pelotas, Diego Arnedo y el mencionado Mollo formaron el támdem junto a Petinatto que por primera vez se plantó en un escenario argentino a pocos meses de los 20 años de la partida de Luca Prodan.

Unas 40 mil personas presenciaron totalmente extasiadas en un momento imborrable de la historia viva del rocanrol argentino, a los ex miembros de Sumo tocar juntos tres temas de la banda que lideró Luca Prodan.

Aunque Sokol no aparece en los discos "Divididos por la felicidad" (1985), "Llegando los Monos" (1986) y "After Chabón" (1987), el cantante de Las Pelotas es parte de Sumo porque fue su primer baterista cuando Prodan aún aprendía a hablar en argentino.

Sumo es clave en la historia del rock argentino por lo influyente que resultó, por lo breve y brillante de su obra y por haber sido liderada por un ítalo-británico como Prodan, que sabía poco y nada de rock argentino.

Ante semejante ofrenda realizada por los ex Sumo, la gente disfrutó esa oportunidad única, ese momento mágico, y se dejó llevar por seis amigos que le quitaban el polvo a un puñado de canciones excepcionales.

La historia comenzó a escribirse nuevamente cuando concluía el set de los Divididos, encargados de cerrar la primera noche del Quilmes Rock, momento en el que Mollo, Arnedo y el baterista Catriel Ciavarella amagaron tres veces con el comienzo de "Mejor no hablar de ciertas cosas".

Mollo le puso fin al jugueteo y presentó a sus amigos Pettinatto, Sokol y Daffunchio, pero le puso más emoción cuando dijo que tenía un amigo escocés que se quería sumar al festejo.

Tras esas palabras, el baterista de Sumo, el diminuto Alberto Troglio emergió de un costado vestido con pollera escocesa y su musculosa con el logo de Superman.

A la derecha del escenario y vestido con su resurgido overol naranja, Pettinatto aposentó su saxo; mientras en el centro, Arnedo, Mollo, Daffunchio y Sokol se abrazaban y charlaban animadamente.

Alguien mencionó unas gaitas y Mollo con su pedalera resucitó el inicio de "Crua-Chan", mientras River temblaba al ritmo marcial que impone esa canción de "After Chabón".

Mientras Mollo cantaba, Sokol decidió sumar a la gente al encuentro y camino los 25 metros de pasarela para que las 35 mil personas apoyaran la canción con sus aullidos.
La banda eludió los lugares comunes y los hits y se embarcó en una versión de un temazo como "Divididos por la Felicidad".

Mollo y Sokol compartieron las voces en este tema, mientras que Pettinatto se lució con su solo de saxo con delay, que destaca en la canción.

Entre canción y canción y tal como ocurría hace más de 20 años, los ex Sumo conversaban para decir qué canción iban a hacer, aunque esta vez el Pelado estaba ausente del debate.

Tras una charla que Mollo ilustró contándole a la gente que "siempre fue igual" por el hecho de subir sin una lista armada, subió Gillespie en trompeta, otro que supo acompañar a Sumo y a sus descendientes.

Tras un silencio, Troglio dijo: "la empiezo como yo quiero", y los Sumo arremetieron con "Debede" también del primer álbum.

El "disco baby disco" concluyó tras cinco minutos con Mollo sacándose la guitarra y recorriendo la pasarela abrazado a Sokol, mientras Troglio, Daffunchio, Arnedo, Pettinatto y Gillespie daban una muestra del acid jazz que Sumo solía ofrecer.

Las luces del estadio se prendieron, los ex Sumo se juntaron en el centro del escenario y, como chicos que vuelven a jugar ese juego que tanto les gustaba, todos procedieron a sacarle a Troglio su pollerita escocesa.

Es justo señalar que la previa del encuentro tuvo como elementos destacados el show de Las Pelotas, que empezó a las 20 y que aprovecharon para intercalar canciones de "Basta", su disco nuevo con canciones de su repertorio clásico.

Tras ellos, Catupecu Machu, sin su bajista Gabriel Ruiz Díaz -aún convaleciente de un accidente ocurrido hace casi un año, que lo dejó en coma- pero con el ex Soda Stereo Zeta Bosio, ofreció un show notable.

Conducidos por el guitarrista Fernando Ruiz Díaz, Catupecu culminó su show con vibrantes covers de "Plan B. Anhelo de Satisfacción", de Massacre, y "Persiana Americana", de Soda Stereo.

Pero además, Fernando agradeció el amor de los fans hacia su hermano Gabriel que aún lucha para salir del coma, y se entregó a la fiesta con lo mejor de la música de la banda.


En el show de Divididos destacó el arranque con el cóver de "Sucio y Desprolijo" de Pappo y el resto a toda máquina con bueno pasajes como la versión de "Spaghetti del rock".

Mollo dedicó a la memoria de Carlos Fuentealba, el docente asesinado por la policía neuquina, la emotiva versión de "Vida de topos" del disco "Narigón del Siglo" (2000).

Queda en el recuerdo la añeja noche montevideana de mediados de los noventa cuando las luces del Teatro del Verano uruguayo hicieron brillar y destellar a los mismos seis magníficos, esa vez acompañados por Andrea Prodan, hermano del desaparecido frontman.

En una jornada que comenzó con melódicos de Bad Religión, pasando por el poderoso set de Catupecu Machu, la actuación de Attaque 77 y donde Las Pelotas y Divididos estuvieron más juntos que nunca, el coqueteo con el pasado que no murió ni morirá generó una ceremonia donde el espíritu de aquel Sumo flotó en una auténtica noche Monumental.