Campaña por el juego libre en el recreo escolar

Es porque está cada vez más limitado por el control que imponen los adultos. Quieren valorizar el juego por el juego mismo, como momento para el ejercicio de la imaginación, y no sólo como "el espacio donde descargar las tensiones acumuladas en clase".

Por Canal26

Domingo 30 de Septiembre de 2007 - 00:00

Muchos niños confiesan que el recreo es la parte de la escuela que más les gusta, pero ese espacio está limitado por restricciones constantes de los adultos, que hacen que "el jugar por jugar" sea cosa del pasado, por los que los especialistas sostienen que hay que recuperar el juego como un "acto de libertad".

La advertencia deja entrever una nueva tendencia creciente que hace que algunas escuelas privadas, countries y clubes intenten "controlar" esos tiempos libres y para lograrlo recurran a los especialistas en recreación.

"Nos llaman para evitar que los chicos se lastimen, se peguen, pero nosotros no estamos para tapar los baches que el mismo ’sistema’ provoca”, dijo a Télam Gabriel Garzón, regente del Instituto de Tiempo Libre y Recreación.

"Durante los recreos, la hora de la comida y los traslados, donde no hay tantas consignas establecidas, es cierto, aflora la violencia. Pero nosotros -los recreólogos- no somos ’tapa baches’ de la educación formal, nuestra función es valorizar el juego por el juego mismo", aclaró.

Garzón señaló que el niño "busca espacios donde ser él mismo y esa es nuestra meta: si no los tiene, ofrecérselos y brindarle opciones para que pueda elegir a qué jugar, con qué elementos".

En ese sentido, el recreólogo advirtió que "lo que para algunos adultos es ’perder el tiempo’, para nosotros es un acto de libertad donde, en relación con sus pares, el niño construye su subjetividad".

"Cuando nos llaman de un country para organizar esos espacios, nos encontramos con que los mismos adultos manejan su tiempo libre como tiempo esclavo", dijo el especialista.

A manera de ejemplo, comentó que los mismos padres tienden a administrar su tiempo "libre" de manera que "rinda": de 8 a 9 juegan al tenis, de 10 a 11 se entrevistan con alguien por un negocio y de 11 a 12 van a buscar al aeropuerto a un pariente".

"Esto es lo opuesto del juego, porque cuando una acción se realiza en función de un resultado predeterminado, ya no es juego, es trabajo", explicó.

Para Garzón, la dificultad de jerarquizar el ocio se ve más en los padres jóvenes, quienes aparentemente son la franja de la población más presionada por las exigencias de la productividad, el consumo y la competencia.

"En este caso recuperar el ocio como un valor en sí mismo implica un trabajo de reflexión con la familia", dijo el recreólogo.

Por su parte, Germán Eiviño, ex director de una escuela del partido bonarense de San Martín y especialista en recreación, dijo que la vulnerabildad mayor en el caso de chicos de familias pobres surge de la necesidad de "convertirse en grandes de golpe", por tener que trabajar o cuidar de sus hermanos menores.

Además, estos niños "adultos prematuros", a menudo carecen de un espacio seguro donde jugar y de la compañía de adultos que les garanticen la confianza y el cuidado necesarios para disfrutar de un momento de juego.

Los especialistas coinciden en que la función de recuperar el juego como un valor y un derecho cobra, en estos casos, una significación mayor, ya que cuando un chico pierde la posibilidad de jugar, también pierde la oportunidad de imaginar.

La posibilidad de defender esos espacios y lugares para el ocio empiezan a ser apreciados también en hogares de ancianos, donde el adulto mayor se reencuentra con la posibilidad de sentirse persona, al conectarse con la alegría y el placer que provoca el hecho de "hacer lo que uno quiere".

Para Silvio Gruver, el recreo escolar ha sido considerado por mucho tiempo como "el espacio donde descargar las tensiones acumuladas en clase" y que esclavo de esa hipótesis, ha sido desaprovechado en su potencial.

"Motivados por la necesidad de sacarlo del lugar de ’foco de tensiones’ hemos sugerido fomentar el juego libre, donde el niño elige a qué jugar con el acompañamiento de un maestro facilitador", describió Gruver.

La experiencia, auspiciado por una marca comercial, consistió en invitar a docentes y alumnos de más de 200 escuelas de todo el país a elegir en un baúl de tesoros: sogas, pelotas, burbujeros, baleros y bolitas, entre otros elementos para fomentar el juego libre.