Divididos por la felicidad

Artistas y público, cada uno en su escenario disfrutaron de dos jornadas a pleno. Entre confirmaciones, revelaciones y porque no alguna decepción, novatos desplegaron su potencial y consagrados padecieron su formato y embates del sonido. Pero todos celebraron al ritmo de la música moviendo las cabezas al compás de las pelucas multicolores. Por Sergio Corpacci

Por Canal26

Domingo 9 de Diciembre de 2007 - 00:00

Es sábado. Las multitudes inquietas vienen llegando al Club Ciudad de Buenos Aires y, sin saberlo, revalidan la letra de El Mató a un Policía Motorizado que varía en el verbo pero no en el sentido.

Y fueron precisamente los cuatro rockers incendiarios de La Plata que, en su versión reloaded o recargada, se encargaron de abrir la fecha del sábado. Con el apoyo de dos guitarras más un teclado ratificaron porqué son la gran banda de culto de 2007. Entre riff potentes, violas ruidosas e hipnóticas y un engañoso desgano dejaron a los primeros en llegar con ganas de más. En un set corto pero contundente no faltaron “Chica rutera”, y “Amigo Piedra” temas con destino hitero y futuros clásicos. Y por supuesto no faltó "Vienen bajando" esa que habla de las multitudes inquietas ya mencionadas.

Caliente dejaron el escenario para que Richard Coleman y Sus Siete Delfines elevaran aún más la temperatura a caballo de su pop poderoso y esa guitarra heroica que por nada Gustavo Cerati eligió para que lo flanquee en su exitoso y por ahora frizzado plan solista.

Mientras Coleman mostraba documentos dark no quedaba otra que trasladarse hacia el escenario Personal Manía Stage. A las 18:35 ,el “Cuarteto de Nos” cuatro cuarentones, uruguayos ellos, literalmente la rompieron.

Montados en “Raro” y con sólo siete temas de la placa que los hizo trascender en estos pagos pagaron con creces a quienes se acercaron a descubrir o ratificar de qué se trata esta banda que lleva más de 25 años en el ruedo “porque es la forma de ganarnos la vida y no encontramos otra”. No hace falta sigan así. “Así soy yo” toda una declaración de principios y “Yendo a la Casa de Damián” impulsaron el delirio general.

Mientras tanto, en el escenario principal Monkey Bussines, impolutos e impecables ponían de blanco sobre negro, el caudal de música dance y bailable de los 70’. Así sólo faltó que caiga la noche para que la puesta en escena fuera total. Un detalle nomás ya que entre la morena cantante, el teñido frontman que bailaba como enajenado le pusieron ese toque dancing a la tarde porteña en la que sobresalieron los punteos de guitarras que remitían a Bee Gees y enmarcadas en un impacable transparente con luces fluo. Si hay puesta en escena acorde al espíritu funky-dance-soulero qué se note.

¿Cómo y quién iba a tomar esas tablas luego de tanta jarana? No parecía el indicado pero era el escenario principal. Y entre los pocos créditos clásicos locales era el turno de él, la leyenda, el eterno e inoxidable Luis Alberto Spinetta. Y el Flaco, siempre reacio a los hits no defrauda ni cuando los esquiva. Arrancó flanqueado por el poderoso bajo de la hermosa Nerina Nicotra, la batería incansable del idem Sergio Verdinelli y los teclados de Claudio Cardone.

Y entre temas de “Pan” “Para los árboles” se destacó la versión jazzera y prodigiosa de “Viento Celeste”, la dedicada, potente y delicada “Tony”. Y habría sorpresas y reminiscencias setentistas de la época de oro de “Luisito” como el mismo se encargó en presentarse.

“A Starosta el idiota” crispó la piel de los fans de la primera hora al abrir una de las hojas gloriosas de ese discazo que fue, es y será “Artaud”. Con un interludio experimental por momentos in extremis cerró al versión con una potencia inusitada y profesional. A la hora de tocar “una que sepamos todos” el Flaco se autoinculpó de aquello que le reprochan y endilgan sus detractores. “Ahora voy a tocar un tema de esos tan míos, inentendibles, que no se entienden los altos, los bajos… “ y arrancó con “Seguir viviendo sin tu amor”. Y antes de culminar se despachó con la preciosa “La Montaña”, “Todos estos años gente” y para que todo quede en familia invitò a subir a sus dos hijos, Dante y Valentino para versión hip hopera en partes, rapeada , inolvidable y contundente de “Ana no duerme”.

Cuando de festivales se trata acierta el Indio Solari cuando despotrica con aquello de “tocan 20 bandas y con suerte llegas a ver tres” Así fue que Ed Motta fue en el mismo horario del Flaco y no haya aquí registro de su set.

Relegados por ser ignotos los mexicanos Austin TV dieron la nota bizarra, exótica, indescifrable. Escondidos detrás de máscaras simil copas de árboles dejaron boquiabiertos a los pocos que se acercaron al escenario Arnet. Quizá quieran crear el mito, vaya uno a saber qué buscan, lo cierto es que no cantan - ¿no tendrán nada para decir? ni se dejan ver. Pero suenan y cómo en un cruce de música clásica, moderna, pesada, bailable e impredecible. Producidos por los Café Tacaba – se nota el toque Tacubo al enterarse de esto – y con siete años de vida fueron sin duda una sorpresa con pasaje de vuelta en 2008 si los de Albarrán vuelven a pisar suelo argentino.

Al calor de las masas se cocinaba la fiesta reggae con Dancing Mood mientras los Austin cerraban su repertorio. Con Flavio Cianciarullo de invitado y Dèbora Dixon en las voces dejaron en claro porqué son el combo ideal de reggae, ska, dub y toques jazzeros. Lo demostraron con sólo ocho temas donde se destacaron “Take five”, “The Chicken”, “Confucious” y “Skafrica”.

Y entre Happy Mondays y su set tan “Manchester” como inentendible - la actuación de un enajenado con maracas que parecía más un fan arengador y molesto - iba cayendo la noche pero no las emociones, esa que bajaban del escenario donde “Los Cafres” alistaron multitudes humeantes y danzantes al ritmo de sus clásicos tan puros y disfrutados hasta el éxtasis por los seguidores de un género tan uniforme como convocante.

Y más acá la discordia a cargo de un Fito Páez que a todas luces se equivocó con el formato: un piano y una guitarra, sin bajo ni batería y sufrir los embates del sonido que se le colaba por todos lados.

Y el propio Fito se encargó de despotricar contra el Festival al que denostó como “bodrio” cuantas veces pudo. Así alteró la lista de temas para poder concluir un show al menos decorosamente. Tanta era la bronca del rosarino que prometió a los fans apiñados en escenario por demás acotado que “si me ven por la calle párenme y digánme , yo estuve en le bodrio, y les toco dos temas en un piano.”

Y llegaría al fin el plato fuerte cocinado, condimentado y servido por un Chris Cornell en plan solista. Y peló las ropas del viejo, querido y tan noventas grunge, ese con el que formó el tándem desde su Soundgarden, y el Nirvana de Kart Cobain y los Pearl Jam de Eddie Vedder.

Y entre temas solistas Chris emocionó con ese vozarrón hermoso y sutil que vaya a saber de donde saca. Y con “Spoonman” y “Black Hole Sun” resucitó el mejor grunge garajero al que sólo le faltaron los jean rotosos y las camisas leñadoras. Un detalle al fin.

Sobre el filo de la primera hora del domingo 9 el Personal Fest bajaba la persiana. Y parafraseando a los que la levantaron se percibía el cansancio plácido mientras “vienen bajando las multitudes inquietas, con su espalda rota por los festejos” no de primavera sino de la resaca de un festival tan personal como colectivo.