México: alta tensión por el secuestro de un avión

El captor era un ciudadano boliviano que dijo hacerlo porque se lo dictó una "revelación divina”. Es adicto a drogas y al alcohol, y que aseguró que es pastor de una iglesia cristiana. Los 104 pasajeros que estuvieron en vilo resultaron ilesos tras ser liberados por las fuerzas de seguridad. (Ver video)

Por Canal26

Miércoles 9 de Septiembre de 2009 - 00:00

Un ciudadano boliviano secuestró brevemente hoy en el aeropuerto de la ciudad de México un avión de línea con 104 pasajeros que resultaron ilesos, lo mismo que los tripulantes, y confesó que lo hizo porque así se lo dictó una "revelación divina”.

El secretario (ministro) de Seguridad Pública, Genaro García Luna, señaló como responsable del secuestro del avión a José Mar Flores Pereira, ciudadano boliviano de quien dijo que es adicto a drogas y al alcohol, y que aseguró que es pastor de una iglesia cristiana.

En una conferencia de prensa reseñada por las agencias noticiosas ANSA y Notimex, en la que presentó a Flores Pereira ante los cronistas, García Luna manifestó que no había evidencia de que el detenido tuviera relación con grupos terroristas.

Flores Pereira argumentó que una "revelación divina” lo llevó a cometer el secuestro de la aeronave y vinculó el hecho a que hoy es, a su juicio, una fecha cabalística, por ser el día 9 del noveno mes del noveno año y el número 999, invertido, es el 666, cifra que la Biblia relaciona con Satanás o el anticristo.

El detenido era uno de los pasajeros del vuelo 576 de la línea Aeroméxico que, a bordo de un Boeing 737, procedía de Bolivia y había hecho una escala en la ciudad balnearia mexicana de Cancún antes de aterrizar este mediodía en el aeropuerto del distrito federal.

Una vez allí, Flores Pereira exigió a los pilotos que sobrevolaran siete veces la ciudad de México -cosa que no pudo ser cumplida porque la nave no tenía combustible suficiente- y solicitó una entrevista con el presidente Felipe Calderón.

El secuestrador advirtió que el avión explotaría si sus pedidos no eran satisfechos, aunque luego se comprobó que no portaba explosivos, según informó García Luna.

El hecho causó una gran conmoción, especialmente porque de inmediato tomó estado público a través de la televisión, que lo difundió en todo el mundo.

El avión fue conducido a una zona del aeropuerto conocida como La Gota, un lugar de protección diseñado para naves que sufren amenazas de bomba, mientras efectivos de la Marina reforzaban la seguridad de la estación.

La aeronave fue rodeada por efectivos de la Policía Federal y el Ejército, pertrechados con ametralladoras, escudos antibalas, un helicóptero y varias camionetas, que inmediatamente lograron penetrar en el interior y controlar la situación, según describió el diario mexicano El Universal en su sitio de Internet.

Los pasajeros fueron alejados del avión a bordo de ómnibus del aeropuerto, escoltados por policías federales y una ambulancia, y más tarde fueron liberados los tripulantes, sin que se registraran heridos. Sólo después trascendió que entre siete y ocho personas habían sido detenidas y, esposadas, habían sido trasladadas a un camión blindado, custodiado por efectivos de la Marina, para ser conducidos a la sede del comando de la Policía Federal, en Iztapalapa.

Esa cantidad de detenidos contrastó con las primeras declaraciones que efectuaron a medios locales Adriana Romero -quien viajaba en el avión- y un pariente de otro pasajero, quienes sostuvieron que los pasajeros habían percibido que la nave había sido secuestrada por una sola persona.

En una breve declaración a la prensa -la primera oficial-, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar, afirmó que el avión había sido registrado y no se hallaron explosivos, y aseguró que la situación estaba bajo control.

No obstante, se supo inmediatamente que Calderón había suspendido a último momento una gira por el interior del país y encabezaba en su residencia oficial de Los Pinos una reunió urgente del Gabinete de Seguridad para analizar la situación.

Una vez que el episodio quedó aclarado, Calderón afirmó que se trató de "un momento muy intenso, muy tenso, de prueba para todos”, y se congratuló de que "afortunadamente las cosas salieron bien y se resolvió sin víctimas que lamentar”.