Cerco energético sobre Europa: la estrategia rusa más allá de Ucrania

Más de la mitad de la demanda energética de Europa es cubierta a través de importaciones; una debilidad que Rusia, en momentos de conflicto como este, nunca va a dejar de explotar.

Por Mauro Labombarda y Matías Tullio

Sábado 24 de Febrero de 2024 - 14:07

bombas extractoras de crudo en el yacimiento Ashalchinskoye, propiedad de la firma rusa Tatneft, cerca de Almetyevsk, Rusia_ Reuters bombas extractoras de crudo en el yacimiento Ashalchinskoye, propiedad de la firma rusa Tatneft, cerca de Almetyevsk, Rusia_ Reuters

Si los países europeos quisieran diversificar el origen de sus importaciones de energía, se enfrentarían a una tarea muy difícil: por donde sea que miren, está Rusia. Tanto es así, que el intento por reducir la dependencia rusa de combustibles fósiles está demostrando ser un proceso complejo y con futuro muy incierto.

No se trata solo de sustituir cantidades: el precio barato del gas ruso permitía a las industrias europeas operar con un alto nivel de competitividad a nivel global, pero no es la misma situación con el gas natural licuado catarí o estadounidense, que sustituye al ruso, pero a un costo significativamente más alto

Personas trabajando en torres eléctricas en Mumbai, India. Reuters Personas trabajando en torres eléctricas en Mumbai, India. Reuters

Entonces, hay dos necesidades en realidad: primero la de diversificar sus proveedores, y luego, la conveniencia en término de costos. Por eso Europa decidió reforzar sus lazos con ciertos actores estratégicos en la producción de hidrocarburos.

Maniobras militares de la OTAN en Korzeniewo, Polonia. Foto: Reuters.

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Mala suerte, buena suerte

A pesar de los intentos, la suerte no ha estado del lado europeo en esta movida. En repetidas oportunidades, la Unión Europea (UE) ha buscado estrechar lazos con dos países ubicados sobre del mar Caspio, ricos en hidrocarburos: Azerbaiyán y Kazajistán. Ambos cuentan con inversiones europeas y exportan buena parte de su gas y su petróleo al viejo continente. Kazajistán incluso es el principal productor de uranio del mundo, que abastece las centrales nucleares francesas y exporta a la UE, todo parece favorable. Pero el tema es que tanto azeríes y kazajos están dentro de la órbita de influencia rusa, y para estos países el tener buenas relaciones con Moscú es vital para su defensa y seguridad. Entonces, por esas latitudes la apertura no parece tener muchas posibilidades.

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Sin ir más lejos, cuando estalló el conflicto -siempre latente- entre Armenia y Azerbaiyán, fueron en buena medida los oficios rusos los que lograron controlarlo. Aunque el problema de fondo no se solucionó y los choques entre estos pueblos vecinos siguen vigentes, la ayuda rusa fue un pedido concreto del mismo gobierno kazajo y Putin envió 2500 soldados a pacificar el país y sostener el gobierno.

Balancines petroleros operan al atardecer en Midland, Texas, Estados Unidos. Foto: Reuters Balancines petroleros operan al atardecer en Midland, Texas, Estados Unidos. Foto: Reuters

En definitiva, de una u otra manera, Rusia ejerce un control significativo sobre los recursos de esta región, teniendo en sus manos las llaves del abastecimiento europeo.

¿Y cuál es la otra región apuntada por Europa para abastecerse de energía? África yanto en los países al norte, como de la parte occidental -Argelia, Libia, Mali, Níger, Nigeria, entre otros-. proveen de gas, petróleo y uranio al viejo continente.

Sin embargo, desde la denominada Primavera Árabe en 2010, esa zona se transformó en un escenario inestable y convulsionado en donde Rusia también tiene gran protagonismo.

La mina de uranio a cielo abierto Tamgak en las instalaciones de minería de uranio Somair de Areva en Arlit, Níger. Foto Reuters La mina de uranio a cielo abierto Tamgak, en las instalaciones de minería de uranio Somair de Areva en Arlit, Níger. Foto Reuters

Incluso, a medida que Moscú fue aumentando su influencia -sea a través de canales formales, sea con el uso de mercenarios como el Grupo Wagner-, lo cierto es que se han ido generando una serie de golpes de Estado con gobiernos conformados por militares que buscan expulsar a los europeos, y se apoyan en las armas rusas.

Ante este panorama es a lugar preguntarnos entonces qué será lo que pase con el megaproyecto europeo de construir un largo gasoducto que vaya desde Nigeria, pase por Níger hasta Argelia, y de ahí cruce el mediterráneo, ¿es viable?

El escenario al que se enfrenta Europa en el mediano plazo es complejo. Rusia está en capacidad de obstaculizar, o bien controlar, el desarrollo de buena parte de los proyectos que tienen como objetivo, justamente, cortar la dependencia de la energía rusa.

Llama la atención la actitud de EEUU, en teoría un aliado europeo, pero que no pone demasiado empeño en evitar el avance de Moscú en la región. No lo hizo en Siria, no busca la paz en Ucrania ni apoya significativamente el esfuerzo ucraniano en el frente, y tampoco pone reparos en África. Entonces, ¿por qué Estados Unidos deja que los rusos se fortalezcan? ¿Puede ser que una Rusia fuerte, no subordinada a Europa o China, es funcional a sus intereses geopolíticos?

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