The Prodigy o el 'punchi' para arriba bien guerrero

Los ingleses convocaron a 12 mil personas a las que hicieron bailar y delirar bajo su influjo de electro punk poderoso y sin respiro. De principio a fin, el cresta doble Liam Howleet, el simil rasta Maxim Reality y el oxigenado Keith Flynt apoyados en un baterista que la transpiró y un violero que la rockeó dejaron en claro que lo que vale es la actiud aunque a veces la canción parezca siempre la misma. Por Sergio Corpacci

Por Canal26

Sábado 31 de Octubre de 2009 - 00:00

Ahora que parece que no habrá Creamfields y luego del pop tecno kitsh de los Pet Shop y el electro synthpop de los Depeche Mode, las invasiones inglesas son meramente musicales y coparon la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente el club homónimo, y en el marco de la primera jornada del Pepsi Music.

Poco más de 200 años después no hay rechazo ni repudio. Las multitudes electrónicas agradecen y claman para que el frenesí no frene ni pare. Siempre hará falta tanta agua para apagar tanto fuego y aquí no hay aceite pero igual quedan hirviendo por un buen rato.

Un buen rato, poco más de una hora le alcanzó a los ingleses The Prodigy para sacudir a unas 12 mil personas que cuando concluía el set del español Loquillo no dudaban en darle la espalda al ibérico del jopo rockabilly para ponerle el pecho y al cuerpo a lo que iba a venir en una fecha huérfana de line up.

Y lo que viene, lo que viene es, en el marco de una puesta escena sobria, un aluvión de electropunk con reminiscencias alla Rage Against The Machine donde a falta de contenido político hay puro estribillo y una actitud muy Sex Pistols. Tipos que se complementan poniendo blanco sobre negro y viceversa que saltan como un trompo enajenado y hacen del predio elegido una rave incendiaria.

Así sacuden de entrada con temas de su carrera y van encendiendo la mecha y mechando éxitos de otrora y su nueva placa “Los invasores deben morir”.

Título este que les valió más de una polémica y otras tantas especulaciones. Según su líder, Liam Howlett, aquel que irrumpiera vía MTV con la doble crestita verde y que hoy luce blonda y oxigenada, tan sólo un mantra para conjurar al que dirán o al que decían acerca de ellos.

Entonces se suceden el celebrado y esperado "Firestarter", "Voodoo People", "Smack My Bitch Up" y "Take Me To The Hospital" pedido-clamor que se replica desde el fondo de una pantalla plana con letras blancas y nerviosas.

A la hora de "Warrior's Dance", del mencionado "Invaders Must Die", el negro y dreadluckeado Maxim Reality – vaya nombre para la alusión – se refiere a Buenos Aires y su público guerrero: Realidad, mito o demagogia, quién lo sabe y a quién le importa. Ahora todos somos guerreros del punchi punchi para arriba y frenético dando batalla desde el raleado pero apretado campo minado.

Poco después de las 23.30 sólo quedan ecos de lo que fue con “Out of the Space” replicando y afirmando como escribió El Eclesiastés que con The Prodigy - a bordo de sus discos entre ellos “The Fat of the Land” algo así como “La Grasa de las Capitales”, hubo un tiempo para bailar.

En medio de un calor que fue agobiante, una lluvia que por suerte no fue y pegoteados por la grasa de las capitales, esa que ya no se banca más.